Campus inteligente ofrece soluciones para las grandes ciudades
Imagina una ciudad donde las soluciones tecnológicas puedan direccionarse para el bienestar de sus ciudadanos. Esa es la premisa para convertirse en una ciudad inteligente, según el coordinador del Centro de Innovación en Ciudades Inteligentes de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul (PUC-RS), Fabiano Hessel. La unidad de investigación, que recibe financiamiento desde Huawei, desarrolla diversos proyectos que se prueban primero en el campus universitario, entre ellos soluciones en iluminación pública, seguridad y educación. El investigador afirma que la tecnología trae una serie de desafíos para el mercado. Para eso, la universidad se presenta como el espacio ideal de experimentación, representando en menor escala el ambiente urbano y sus reales necesidades. Confiera a continuación una entrevista con Hessel acerca de las ciudades inteligentes y IoT.
¿Qué define un campus inteligente y cuál es su relación con la Internet de las Cosas?
Primero, necesitamos definir lo que viene a ser una ciudad inteligente. Grande parte de las personas hace una relación directa con el aparato tecnológico, pero, siguiendo tendencias de muchos países de Europa, ciudades inteligentes son donde las personas se sienten bien y donde hay el mejor aprovechamiento del espacio urbano. En Alemania, por ejemplo, país que visité como investigador, la mayoría de las soluciones no involucraba tecnología, y sí la construcción de plazas y espacios de convivio público, la mejor utilización del suelo etc. El campus por fin es el espacio de experimentación para soluciones que mejor atienden a esas necesidades, de cómo las personas encaran la ocupación del espacio público. El Internet de las Cosas está presente en los dispositivos que emiten esos datos y conversan entre ellos mediante plataformas de interoperabilidad.
¿Cuáles son los proyectos de PUC-RS para ciudades inteligentes?
Nosotros auxiliamos los ayuntamientos y, consecuentemente, las universidades a identificar sus prioridades y el objetivo de lo que se quiere implantar. Es un trabajo de sastrería, y no un producto de estantería para aplicarse. También nos buscan empresas y proveedores de internet, que quieren un modelo de negocio que va más allá de solamente montar una infraestructura de comunicación. Caso no se ofrezca servicios basado en eso, el negocio tiende a terminar. Trabajamos mucho con plataformas de interoperabilidades, es decir, instalamos sensores en el campus y hacemos con que conversen entre ellos. Después, proyectamos eso en mayor escala basado en esa experiencia.
La demanda mayor hoy es para iluminación pública, tiendo como objetivo el ahorro de recursos y el mejor aprovechamiento de farolas para suministro de datos. La farola inteligente sería una manera de reutilizar aquella estructura para proveer otras informaciones y operar como un gateway, que congrega varios tipos de sensores que también son proveedores de datos.
Hay dos conceptos en la computación, de edge computing y fog computing, que se aplican al contexto de ciudades inteligentes. En el edge computing (en inglés, borda o extremidad), solo se procesa y transmite aquello que es relevante. Ya en el fog computing (de niebla), un procesamiento central toma las decisiones en función de las informaciones enviadas. Con eso, se disminuye el uso de la banda y el servidor central no es sobrecargado. Haciendo un paralelo con una ciudad, la información enviada por farolas podría analizarse en la compañía de procesamiento de datos de la región.
¿Cuáles son sus expectativas para el Plan Nacional de Internet de las Cosas, que se lanzará por la BNDES en asociación con el MCTIC en 2017? ¿Lo qué debe ser prioritario?
Un punto-clave es establecer reglas y estándares de interoperabilidad. Estamos algunos años detrás de los Estados Unidos y de Europa, que ya definieron sus políticas públicas para IoT. Espero que puedan pensar más en las características del país y menos en la política. Brasil tiene una vocación natural para el área de software y la tendencia en el mundo todo es ofrecer el Internet de las Cosas como un servicio. Para ello, se necesita dar incentivo al sector privado, que es el motor del negocio. Una salida para la industria nacional sería el fomento al desarrollo de servicios.
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